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‘Retrato de una mujer en llamas’ es una película francesa escrita y dirigida por Célime Sciamma. Está ambientada en Francia a finales del siglo XVIII y nos presenta la relación amorosa de Marianne y Héloïse, una pintora y una mujer aristócrata a la que debe pintar. La historia muestra la mirada de la autora sobre el amor, el deseo, la intimidad y la complicidad entre mujeres. Además de ser una sucesión de imágenes con carácter pictórico, el film explora cuestionamientos vinculados al arte y a la poesía y brinda al espectador una experiencia estética cautivadora.

La película, estrenada en los cines de Francia en septiembre de 2019, ha sido la primera dirigida por una mujer en ganar la Palma Queer en Cannes. Además, ganó el premio al Mejor Guion en el mismo festival y en los Premios del Cine Europeo. Claire Mathon, por su parte, ganó el premio por Mejor Fotografía de la National Society of Film Critics y del New York Film Critics Circle. Los merecidos galardones corresponden a una película en la que la belleza de las imágenes funciona en armonía con la historia que nos cuenta.

Fotograma de "Retrato de una mujer en llamas"
Fotograma de ‘Retrato de una mujer en llamas’

Una historia de amor con carácter político

La película inicia con Marianne, una maestra de pintura, recordando la historia detrás de uno de sus cuadros. A manera de flashback, podemos ver que su aventura inicia con un viaje a una isla poco poblada de Bretaña. Allí ella tendrá que retratar a Héloïse, una mujer que no desea ser retratada. El cuadro que pinte será enviado a un noble para que, después de verlo, la tome como esposa. Héloïse se ha negado a posar para otro pintor por lo que Marianne debe hacerse pasar por su dama de compañía y pintarla sin que ella se entere.

Con esta sencilla premisa, la película se adueña de nuestra mirada que, al igual que la de Marianne, tendrá que descubrir poco a poco a Héloïse. El ejercicio de observar a la otra y de conocerla a través de sus rasgos aparece lento, sensual y despojado de erotismo. Durante gran parte de la película vemos tomas de ojos, bocas, manos y gestos. Los cuerpos de ambas actrices no construyen el deseo erótico en el espectador, sino que relatan un descubrimiento mutuo. Como dijo la directora durante una entrevista «Para mí la mirada femenina significa no hacer objetos de las personas, mirarlas como sujetos. Si tenemos dos sujetos que se miran en pie de igualdad hay erotismo, porque hay una vibración mutua. «

Adèle Haenel y Noémie Merlanten "Retrato de una mujer en llamas"
Adèle Haenel y Noémie Merlanten «Retrato de una mujer en llamas»

La mirada construyendo el deseo

Para ‘Retrato de una mujer en llamas’ la mirada es el elemento central desde el que se abordan el tema del amor y del oficio del arte. En ambos casos, la película nos presenta cómo una mirada profunda funciona para conocer a la otra persona y para crear condiciones de igualdad.

Al igual que en ‘Titanic‘, la película presenta al amor como la posibilidad de ver a la otra en su intimidad. Observar aparece como un ejercicio de llegar a conocer, de entender y reconocer los gestos y rasgos que distinguen a la persona amada de entre las demás. Con este recurso, Sciamma vincula al deseo con este descubrimiento del otro en sus particularidades y, más adelante, presenta al amor como vínculo basado en la complicidad, la confianza y el llegar a acuerdos.

El ejercicio de observar, que en un principio parece ser una particularidad del oficio de la pintora, se muestra presente en ambas. El juego de roles se explicita cuando Héloïse hace ver a Marine que no ha sido la única con el poder de mirarla y leer emociones en sus gestos y movimientos. Ambas están desnudas ante la mirada de la otra en la misma medida.

Noémie Merlant y Adèle Haenel en "Retrato de una mujer en llamas"
Noémie Merlant y Adèle Haenel en ‘Retrato de una mujer en llamas’

La mirada del arte en ‘Retrato de una mujer en llamas’

La película, además usa este juego de miradas para abolir la relación vertical entre artista y musa. La trama da un giro cuando Mariane decide mostrar a Héloïse el cuadro que pintó de ella mientras se hizo pasar por su dama de compañía. Ella rechaza este trabajo porque considera que no tiene presencia y Mariane decide destruirlo pese a que esto puede ponerla en problemas frente a la madre de Héloïse, que es quien la ha contratado. Afortunadamente para Mariane, Héloïse decide posar para ella, esta vez con su consentimiento. Esta situación les da la oportunidad de quedarse únicamente con Sophie, la doncella de la casa, y de trabajar juntas por el mismo fin: la creación de un retrato que transmita quién es Héloïse. En esta tarea, la modelo no es más un objeto pasivo sino parte de la creación.

Como nos comentó Florencia Aise, el trabajo de un retratista consiste en recrear la realidad, pero esta no se limita a seguir una serie de convenciones artísticas, sino que requiere de que el artista llegue a conocer a quien está retratando. ‘Retrato de una mujer en llamas’ presenta una perspectiva sobre el oficio de hacer arte vinculada a la creación de algo que haga más que imitar la vida. La película presenta la importancia y dificultad de representar la vida y la vitalidad a través del arte. Una de las piezas musicales que aparecen es el tercer movimiento del Verano, de Vivaldi, que es descrito por Mariane como vivaz.

Elementos como este fragmento musical, la composición visual y el paralelismo con la leyenda de Orfeo y Eurídice son solo solo algunos de los elementos que hacen de ‘Retrato de una mujer en llamas’ una pieza maestra.

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